Pintura El nacimiento de los deseos que fluyen, la descripción… Un alboroto de colores rechazados con brocha. Los pensamientos son explotados por el surrealismo.
Los esclavos llenos de almas van al borde después de la muerte a través del destino… Marina Grishina
El lienzo surrealista de Salvador Dalí es simbólico y está imbuido de las implicaciones de la sexualidad que se mezclan con la asexualidad y la perversión de la naturaleza. Este trabajo, no más que otros, es anormal y sobresaturado con un profundo significado de ser.
Sólo esta realidad se teje a partir de los vicios en los que se coloca el cuerpo puro de una mujer, el que se congeló en un beso con un hermafrodita, en el centro de la imagen. Es la colocación artificial del carácter inmaculado en un caos inconsciente que refleja el método paranoico crítico de Dali. El hecho de que Dalí no se encontraba bien y era aficionado a todo lo relacionado con el cuerpo desnudo, la lujuria y el coito, dicen casi todos sus lienzos de la segunda mitad del camino creativo.
Los deseos fluidos no son una excepción. Intercalados con símbolos de cuerpos masculinos y desnudos, esto está confirmado.
La abundancia de detalles no relacionados con la realidad incluye la imaginación del espectador. Piedra amarilla: queso con un agujero, bulto gris con lengua, punto de carbón en la parte superior: ¿qué significa todo esto? Quizás una cómoda con ropa de cama dispersa esté presente aquí como parte de la realidad y la falta eterna de tiempo para cosas tan pequeñas como la limpieza. Y alguien con una jarra en sus manos con la cara cubierta con una palma, verdaderamente un sirviente modesto de una pareja lujuriosa. Dalí quiere ser tan indiscreta, abierta y arrogante.
Su dolorosa y ardiente sed de besos con Gala, su atención y sus celos por los jóvenes rivales.
“El nacimiento de los deseos que fluyen” es una obra brillante con momentos contrastantes de planos y grandes símbolos de un espacio con fugas. Para trabajar, Dalí tomó los colores puros del aceite verde, azul y amarillo. Escribe a lo grande, prestando atención a los pequeños dibujos, como imágenes, muebles, trapos, que parecen humanos. Su trama nació de la nada, solo en los horizontes y cielos ya resueltos.
Tal vez, al igual que sus colegas, Salvador no raspó el papel con bocetos y bocetos de pensamientos, sino que simplemente expresó sus deseos con un pigmento suelto aquí y ahora.