En esta imagen, tal vez, todo es una ilusión, con la excepción de Gala sentada en la mesa. Ella está desnuda hasta la cintura; Su cabeza estaba atada casualmente con un turbante. Pequeños rizos son eliminados debajo del turbante. La postura es relajada y un poco cansada. Gala apoya su cabeza con la mano, su codo descansa sobre la superficie de la mesa, cubierto con un mantel rojo.
Se sienta a medias hacia el espectador y observa la acción que se desarrolla frente a ella.
El escenario de esta escena es el paisaje desértico, característico de las pinturas de Dalí, con colinas en el horizonte. En el plano medio el artista colocó un doble arco. En la apertura de un arco, uno puede ver el horizonte, mientras que el otro en toda su gloria demuestra las capacidades del método paranoico crítico de Dalí.
El artista juega con el espectador, haciendo malabares con imágenes dobles. Se puede imaginar que el arco no tiene una abertura, sino que es solo un nicho. Tales arcos en la arquitectura se llaman ciegos. Su pared posterior está cortada por varios agujeros irregulares a través de los cuales se puede ver el cielo.
Una vista desde un ángulo diferente y con una luz diferente permite ver un arco a través de la misma estructura, y detrás de ella una montaña y un cielo con nubes.
Un tazón de fruta sobre la mesa tampoco es tan simple como podría parecer a primera vista. En realidad, cada mirada lanzada en este lienzo provoca el deseo de mirar de nuevo y probarse a sí mismo. ¿La pera y la ciruela se encuentran en un jarrón? ¿O está vacío, y la pera es el lado de una colina en la distancia, y la ciruela son las nalgas de una figura humana en el medio?
Pero la apoteosis del engaño es el busto de Voltaire antes de Gala. Repite con precisión las características de la famosa obra del escultor Houdon. Pero, al mismo tiempo, el busto es ilusorio y está formado por dos mujeres que se destacan entre la multitud con trajes flamencos viejos con exuberantes cuellos.
Habiendo parpadeado o movido una mirada, veremos en una mesa solo un soporte vacío.
El propio Dalí explicó esta imagen como un intento de “intercambiar lo normal con lo anormal”. Para él, Voltaire era una alegoría del escepticismo y la ironía del mal, el mercado de esclavos personificaba el ajetreo cruel de la vida cotidiana, y la presencia de Gala obligó a que el busto del filósofo desapareciera junto con todo lo que encarnaba y liberaba al artista de la esclavitud, la vanidad y el sarcasmo.