En 1682, Murillo, que no había salido de Sevilla desde su viaje a Madrid, llegó a Cádiz para realizar para el monasterio local de los capuchinos el gran altar de pintura “El compromiso de Santa Catalina”.
Mientras trabajaba en él, se cayó inadvertidamente del escenario y se lastimó tanto que tuvo que regresar inmediatamente a Sevilla, donde murió a causa de esta caída el 3 de abril del mismo año; La foto de cadiz fue escrita por su alumno, ocopio.