En 1951, Pollock consideró que las posibilidades de la “tecnología de goteo” en su forma pura se habían agotado. Por temor a la auto repetición, decidió abandonar la abstracción pura, refiriéndose a la experiencia del surrealismo, que durante mucho tiempo le había atraído.
De hecho, este paso de Pollock fue completamente evolutivo, natural: no condujo a la separación con la “letra de goteo”; En el nuevo contexto, Pollock continuó trabajando en el marco de la técnica inventada por él, habiéndola mejorado necesariamente.
El artista colocó tiras de lienzo en el piso del taller, y luego se “puso” en un trance y puso pintura en el lienzo, rociándolo directamente desde la lata o usando palos y pinceles. Con el fin de controlar con más confianza el flujo de pintura, Pollock comenzó a utilizar una cuchara, que, según Lee Krasner, trató como un “bolígrafo automático gigante”.
Dado que ahora el artista ha limitado su paleta lo más posible, este período de su trabajo se llama “blanco y negro”. Inicialmente, las pinturas en blanco y negro fueron recibidas por el público con bastante frialdad, pero más tarde los críticos comenzaron a responder a ellas en superlativos.