Alguien, ingenioso y acertadamente, se dio cuenta de que el artista toda su vida, en esencia, escribió el mismo libro, solo que ligeramente lo varió. Después de que Paul Gauguin decidió romper con los “encantos” de su civilización urbana moderna y fue en busca de inspiración a Tahití, a la Polinesia, su pintura pareció tomar un segundo aliento.
Buscó conscientemente inspiración en el arte de lo primitivo, porque en ese momento la sinceridad, la pureza y la fuerza natural casi habían desaparecido del arte de Europa occidental. Gauguin no imitaba a la naturaleza, por eso era demasiado original. Sin embargo, fue el paraíso terrenal que se le abrió en Tahití el que se convirtió en una fuente inagotable de nueva energía creativa.
Gauguin no tenía miedo de repetir. Entonces, su muy joven esposa tahitiana, Tehura, aparece en muchos lienzos como una heroína y modelo. En las profundidades de la imagen, “Dos mujeres” aparece jinete con una imagen diferente.
Adivinar las profundidades del paisaje nocturno en color es también típico del estilo postimpresionista de Gauguin.
El perro que está sentado en la puerta se pinchó en las orejas; una señal segura de que está alerta, está a punto de suceder algo importante. Las figuras de los dos papúes están dibujadas de tal manera que una de ellas se nos da media vuelta, solo una que tiene flores en el cabello y que se parece a Tehur, y la otra es mucho más antigua, con un aspecto pesado y sombrío. Un cierto misterio de la imagen da la imagen en la esquina superior derecha: la tercera mujer lo adivina empujando la cortina, pero ya de origen europeo.
Y es difícil entender si la ventana está ahí, si la imagen es, o tal vez solo una visión de otro mundo; después de todo, entre el azul, el púrpura y el verde, esta figura parece una sombra pálida.