El patio trasero de la mansión o iglesia del pueblo está inundado por la luz del sol del mediodía. Diffy coronas de abedules proyectan una sombra incierta sobre la hierba cansada del calor. Los verdes dan paso al sol, adquiriendo un color claro y apagado. El cielo mismo, asomándose a través del follaje, se decoloró por la abundancia y la generosidad del día de verano.
Las paredes blancas del edificio, los troncos de los árboles, reflejando la cálida luz, llenan el trabajo con un ambiente festivo de verano.
La cerca fresca no ha tenido tiempo de quemarse y perder su color natural. Un césped perfectamente uniforme enfatiza el orden estricto y hace que la composición sea acogedora y atractiva. La belleza del día representada adivina el estado de ánimo del propio autor, su admiración por el rincón tranquilo de la mansión, carente de ceremonias.
El silencio del mediodía de verano enfatiza los colores tenues del trabajo No hay colores llamativos, no hay trazos dinámicos, agudos. El autor evita los detalles que pueden romper el idilio de la composición, su equilibrio y suavidad.