El artista lleva al espectador a finales del siglo XVIII. En el desfile de invierno se despliega la imagen del desfile del ejército. El emperador Pablo I en compañía de dos hijos a caballo está observando lo que está sucediendo. Los jinetes miran arrogantemente a un grupo de soldados y oficiales.
Uno de los soldados, estirando y arrancando su cabeza desnuda de tres cabezas, se quedó inmóvil, entumecido por el servilismo y el horror de los monarcas.
En el primer plano, Benoit representó la barrera. Este objeto en la imagen no es accidental, sino que simbólicamente cierra la salida al emperador: en el fondo, en el fondo del cielo sombrío, la fachada fatal del inacabado castillo Mikhailovsky, donde en 1801, como resultado de una conspiración, Paul I será asesinado por los oficiales.