La influencia que Munk tuvo en todo lo que vio en París y Berlín se siente en su película Creek. Esta obra, realizada en óleo, témpera y pastel sobre cartón, es una de las varias versiones de autor. En primer plano, Munch interpretó a una joven solitaria en el calor de la pasión. Se cubrió los oídos con las manos, tratando de ahogar los sonidos y desconectarse de toda realidad.
Un largo grito sale de su boca abierta. Las curvas exageradas del cuerpo de una mujer se asemejan a curvas, como si fueran líneas en espiral de un paisaje. También es parte del paisaje, y rechazado de él.
Dos figuras se están moviendo hacia la mujer, y esto enfatiza aún más su soledad.
En el otro lado de la balaustrada de madera, Munch representa el elemento aterrador del paisaje costero y el río. Heaven Munch retratado como una fermentación inquieta de rayas rojas, cremas y verdes. El artista transmite el estado de su heroína a través de formas deformadas y colores distorsionados, asociándose así con el simbolismo y el expresionismo emergente.
Aunque las reducciones prometedoras están presentes en los planos distantes, sus fantásticos colores refuerzan aún más la impresión general de la convencionalidad de la construcción de un espacio de imagen plano.
Pintar Munch no crea una imagen de la realidad, sino que solo transmite una idea de ella. La obra de Creek es parte del ciclo de vida pictórico Frieze, dedicado a temas perennes: el amor y la muerte. “Estas pinturas representan las impresiones, los estados de ánimo de la vida del alma”, explicó Munch.
En ellos, sublima sus traumas psicológicos juveniles asociados con la violenta religiosidad de su padre, con la muerte de su madre y su hermana. Una y otra vez volverá a estos temas dolorosos. En las obras de Munch, el dolor de las pérdidas personales se siente tan agudamente que el espectador no ve en ellas un poco de la realidad, sino precisamente el estado del alma sufriente.