En el centro, sobre las nubes, rodeado de ángeles, se encuentra la Virgen María. Ella está en ropa oscura que contrasta con el fondo de los colores azul-verde oscuro y rojo frío. A su derecha se encuentra su Hijo resucitado, distinguido de Dios Padre por el color rojo-verde terrenal de sus ropas.
Dios el Hijo y Dios el Padre sostienen sobre la Virgen la corona real, sobre la cual la paloma, el Espíritu Santo, símbolo de santidad, vuela en un espacio brillante.
Los personajes están escritos con gran inspiración, todo en la imagen está sujeto a la transferencia de la religiosidad exaltada. El artista, como de costumbre, trabajó con trazos amplios y rápidos y no escribió pequeños detalles. Esto, quizás, dio un tono de incompletitud, pero creó la impresión de misticismo, fortaleció el impacto en el espectador.