En este período, Kandinsky trabajó en una nueva fórmula pictórica que consiste en líneas, puntos y figuras geométricas combinadas que representan su investigación visual e intelectual. La abstracción lírica se desplazó hacia una composición más estructurada y científica.
La séptima composición se llama acertadamente el pináculo de la creatividad artística de Kandinsky en el período anterior a la Primera Guerra Mundial. Le precedieron más de treinta bocetos, acuarelas y obras de aceite, que “documentan” el proceso de creación de obras. Sorprendentemente, después de que el artista completó un largo trabajo preliminar, la composición fue escrita en solo cuatro días, como lo demuestran las fotografías tomadas entre el 25 y el 28 de noviembre de 1913.
El motivo principal: la forma ovalada, intersectada por un rectángulo irregular se percibe como un centro, rodeada por un remolino de colores y formas. Los críticos de arte, gracias a las grabaciones y al estudio de algunas de las obras, han determinado que la Séptima Composición es una combinación de varios temas: la Resurrección de los Muertos, el Día del Juicio, el Diluvio y el Jardín del Edén, expresados como una simbiosis de pintura pura.
La transición al uso de elementos pictóricos básicos marcó el comienzo de un período dramático en la obra de Kandinsky y se convirtió en el precursor de la aparición del arte abstracto. Kandinsky concibió un nuevo estilo, actualmente conocido como una abstracción lírica.
El artista, a través del dibujo y el dibujo, imitó el flujo y la profundidad de una obra musical, la coloración reflejaba el tema de la contemplación profunda. En 1912, escribió y publicó el estudio fundacional “Sobre lo espiritual en el arte”.