El artista describió aquí una sociedad alegre que consta de siete personas, que en el césped del bosque verde pasa descuidadamente su tiempo de ocio y, por cierto, se divierte al mecerse en un columpio de cuerda.
Los grandes árboles que se extienden, sostenidos en cálidos tonos marrón verdosos, oscurecen el cielo, y solo en el medio, como si estuvieran partiendo, dejan un punto brillante contra el que se ve la figura de una dama en un columpio, vestida con un vestido de color rojo cereza claro, muy favorablemente.
Los columpios son puestos en movimiento por un caballero de pie cerca. La expresión de su rostro muestra cuán seria y atentamente está comprometido en el cumplimiento de su deber. Está vestido con un caftán verde-amarillo. El resto de la compañía, dividida en dos grupos, se sentó en el pasto y se dedicó a charlar alegremente. Vestidos cortados en la primera mitad del siglo XVIII, rojo y azul en las figuras del grupo izquierdo y dorado, amarillo y azul claro en las figuras del grupo derecho.
Todos estos colores dan puntos interesantes que armonizan perfectamente con el fondo verde oscuro del paisaje.
Es imposible no darse cuenta de que la elección misma de la trama, la composición e incluso en parte los colores y las pinturas indican la indudable influencia de Watteau. Parte de la sequedad inherente a esta imagen depende de una descarga cuidadosa de los detalles y del predominio significativo del betún, especialmente en los contornos de la cara de la dama sentada en el columpio y en la decoración del follaje de los árboles. En general, la imagen siente la ausencia de la frescura y la vitalidad que fascinan al espectador en las obras de Watteau.