Degas solía escribir bailarines, sus vidas cotidianas y sus actuaciones. La técnica de impresionismo utilizada por él transmitía imágenes aireadas sin caracteres estáticos. En las pinturas del artista, figuras frágiles e ingrávidas de bailarinas aparecen ante el espectador, ya sea en el centro de atención en el escenario, o en breves momentos de descanso, o, como en este trabajo, dentro de las paredes de una clase de danza.
La escena representada en el lienzo parece notada al azar: las bailarinas realizan ejercicios bajo la guía del famoso bailarín y coreógrafo Jules Perrot. La vista es algo inusual: el espectador ve que todo sucede un poco desde arriba. La composición está construida alrededor de un profesor de edad avanzada.
Se representa a Jules Perrot apoyado en un bastón que llega hasta sus hombros, y la bailarina que lo rodea parece un grupo de nubes blancas. Sin embargo, a pesar de su facilidad, está claro que el ballet es un trabajo físico duro. También se debe tener en cuenta que la imagen de los bailarines en las pinturas de Degas carece de cualquier contacto humano personal.
El artista no es más que un observador imparcial de la escena.
El tema del teatro y el ballet le interesó especialmente a Degas siempre. El artista buscó mostrar no solo la belleza de los movimientos de los bailarines, sino también su difícil vida cotidiana, que tiene lugar en un sinfín de ensayos y lecciones. Cuando le preguntaron al artista qué le atraía tanto este tema, él respondió: “Los bailarines me sirvieron de excusa para escribir hermosos tejidos y transmitir movimientos”.