Muy a menudo, un motivo inusual puede ser una razón para que Rembrandt realice experimentos artísticos audaces. Un ejemplo de uno de estos experimentos puede servir como una imagen presentada desde el Louvre de París titulada “Carcasa de toro pelada”.
De hecho, esta obra es una naturaleza muerta clásica, en el sentido literal de la expresión francesa “nature morte”. A veces, este tipo de pinturas pertenecen a la categoría de “vanitas”, obras diseñadas para recordar al hombre la fragilidad de la existencia terrenal, la inevitabilidad de la muerte y el poder de Dios. Es por eso que Rembrandt no se fijó el objetivo de representar el “cadáver en sección” con la mayor precisión posible.
Entonces un encanto especial.
La alternancia de frotis amplios, densos y delgados, casi transparentes de una manera incomprensible “restaura” huesos, tejidos, grasa subcutánea, sangre e incluso el olor de un toro vivo más recientemente. La enorme carcasa parece verdaderamente gigantesca en comparación con una pequeña figura de una mujer que mira a través de la puerta abierta, cuya apariencia reduce la escena sagrada y didáctica al rango de la vida cotidiana. El “cuerpo de toro desollado” será objeto de copia y tema de sus propias interpretaciones de muchas generaciones de artistas, desde Delacroix hasta Daumier, desde Suten hasta Bacon.