En la imagen, el espectador ve a una niña representada desde la parte posterior. Ella se sienta en una silla con el respaldo recto alto. Sobre la niña un sencillo vestido blanco con un amplio escote. Un hombro expuesto. La atención atrae a las chicas de peinado.
Ella tiene el pelo rizado de color marrón oscuro recogido desde atrás; caen de espaldas con tres rizos hábilmente dispuestos, que se dibujan con extraordinario cuidado y meticulosidad.
El espectador no ve la cara de la niña, pero puede seguir la dirección de su mirada. Ante sus ojos abre el paisaje de la ciudad española: casas bajas con techos triangulares, paredes enlucidas con luz, cortadas por ventanas estrechas.
El esquema de color general de la imagen es suave, suave. El cielo es azul oscuro, como en una bruma de calor. Blanco, beige claro, caramelo: estos colores dominan la imagen.
El cálido tono de piel de la niña está en armonía con los colores del paisaje.
El modelo del artista era su hermana menor, Anna Maria. Antes de la aparición de Gala en la vida de Salvador Dalí, su modelo principal era su hermana. En la infancia y la adolescencia, su relación fue muy cálida. Esta imagen ha recibido el reconocimiento de los contemporáneos, tanto críticos como artistas. En particular, fue muy apreciada por Pablo Picasso.
En su forma, está cerca de las obras de los antiguos maestros del Renacimiento, como Vermeer, Fabricio y De Hooch. En los lienzos de Dalí, las figuras humanas a menudo carecen de caras.
Los personajes de las pinturas o bien se sientan con sus cabezas volteadas, o cubren sus caras con sus manos, o la cabeza permanece detrás del corte de la imagen. Aunque Dalí poseía una brillante técnica pictórica, ¿qué dicen los retratos que pertenecen a su pincel? Quizás se propuso una tarea más difícil: transmitir el estado de ánimo del personaje y la atmósfera de la imagen a expensas de otros medios de expresión: postura, séquito, combinaciones de personajes.