“¡Esto no es una cosa femenina!” – refunfuñando con disgusto, dicen otros representantes del sexo más fuerte, refiriéndose a la caza. Bueno, en parte, tienen razón: después de todo, esta ocupación está asociada con un cierto riesgo para la vida, con inconvenientes domésticos, con los posibles caprichos del clima. Sin embargo, las damas son criaturas románticas, y sucede que están listas para sufrir, para soportar todo lo anterior por el bien de emocionantes aventuras y emociones. Además, en el contexto del sorprendente éxito de la emancipación femenina, ya un hombre raro dará una pista sobre algún tipo de restricciones de género.
Se arriesga a estar solo e incurrir en la ira de la bella mitad de la humanidad.
La pintura de Hardy Heywood nos lleva, al parecer, en los tiempos de la vieja Inglaterra, en la época victoriana. La misma mañana de la próxima caza. La bella amazona ya está en la silla de montar, vestida de acuerdo con la última palabra de la moda, como si no fuera a cazar, sino a un paseo marítimo o a los inodoros del desfile de modas. Sombrero con plumas, en manos de la pila, un vestido azul oscuro para los pies. El sirviente retiene el caballo.
Dos perros o un policía allí, cerca, listos para el servicio. Otra pareja de jinetes emerge de las profundidades de la imagen, están a punto de unirse a la dama.