Un lugar especial en las últimas obras de Lucas Cranach es el cuadro “Caza de ciervos”. Por un lado, esta es una imagen histórica, como se muestra en el caso específico: la caza, organizada por el elector Federico el Sabio en honor del emperador Maximiliano. Al mismo tiempo, es uno de los mejores tipos de naturaleza en el arte europeo.
Cranach no creó un paisaje tan encantador en toda su vida: un panorama de colinas y bosques, céspedes lavados por el río; en el hueco se albergaba una ciudad con torres de iglesias a dos aguas; en la colina se alza un castillo orgulloso.
Los oscuros grupos de árboles, el verde brillante de los prados, el gris noble del río y el azul del cielo crean un telón de fondo que se dispersa como un mosaico de piedras preciosas, figuras de personas y animales. Uno por uno, los episodios de la caza se alternan, y es difícil arrancar la mirada de esta imagen alegre, poco sofisticada, pero infinitamente entretenida.