El último verano de su vida, Sulphur pasó un pequeño puerto de Graveline, que realizó un comercio activo con sus vecinos en la frontera belga. Aquí el artista recurrió a los temas de una pequeña serie de obras al óleo, que se encuentran entre las más inusuales en su trabajo.
“Canal en Gravelina. Pequeño puerto Philip” asombra con su grandeza orgullosa y su áspero silencio Como norma, Sulphur completó sus puertos deportivos en el taller, sin embargo, a pesar de esto, la mayoría de los paisajes de Port-en-Bessen, Grancant o Honfleur llevan consigo la falta de definición y la improvisación propias de una pintura escrita al aire libre. En las pinturas de Gravelina no había lugar para ráfagas entusiastas, todo aquí es muy reservado y calculado con precisión.
Parece que Sulphur mantiene al espectador a distancia, y esta sensación de distancia, o más bien algún tipo de desprendimiento, surge a través del uso de colores apagados y luz tenue. El terraplén vacío y las líneas de amarre monumentales representadas en primer plano causan una impresión tan extraña que la atmósfera de la imagen parece irreal.
Curiosamente, Sulphur deja este paisaje sin terminar, lo que es muy atractivo para el espectador.