En 1909, por invitación de Dyagilev, Roerich participó en las temporadas rusas en París. Sucedió que mostró en el escenario su escenario solo a un acto de la ópera “Príncipe Igor” de Borodin: el cuadro “Polovtsy Camp”.
Los excelentes bocetos quedaron sin cumplir: “Putivl”, “Galitsky Yard”, “Terem Yaroslavna”, “Lament Yaroslavna”. Incluso aquellos que no vieron la luz de la rampa, se convirtieron en propiedad de la historia del arte teatral-decorativo ruso, ingresaron en su tesorería y fueron posteriormente percibidos creativamente por los artistas del teatro soviético.
“Polovtsy camp” Roerich se considera una obra maestra de la pintura de escenario. Por primera vez, la armonía de los fundamentos literarios, musicales, coreográficos de la ópera y su forma escenográfica se logró en el escenario. La expresión plástica de la ópera fue cercana a él en espíritu y apareció en los prototipos monumentales de la antigua arquitectura rusa.
En su forma y al mismo tiempo, el artista “Polovtsy camp” crea un campamento nómada en el prístino mundo de colinas, montículos, distancias desérticas y un cielo enorme que ocupa la mayor parte del espacio escénico. No había ningún escenario teatral en el sentido convencional, ni alas, ni temas típicos.
En lugar de las carpas habituales, los kits de carpas aparecían de color marrón rojizo con un tinte verdoso, decorados con un adorno primitivo y dispuestos arbitrariamente en lugar de simétricamente, como era habitual en ese momento. Sus siluetas redondeadas y desiguales son visibles en su totalidad en los edificios a granel del primer plan, luego en un fondo pintoresco, parcialmente oculto por el desnivel del suelo.
El cielo amarillo, rojo, verde y dorado, fundido por la puesta del sol y el verde ocre con el kibitka marrón y rojo, conforman una única gama compuesta por 84 humos gris-rosa, reflejos del resplandor de la puesta del sol que se quema en los kibits, pastos y montículos. Las franjas verdosas de la cubierta de hierba, el óxido rojizo de las carpas y el oro caliente del cielo están separados por el frío azul de las curvas de los ríos y el borde ondulado de color gris azulado de las orillas en el horizonte. La mancha de “hielo” colorista enfatiza aún más la atmósfera de calor.