Esta es una de las raras pinturas cuando el artista pintó no el pueblo, sino una escena de la vida urbana de los nobles. Boulevard, día de verano. A través del espeso follaje de los árboles, el resplandor del sol cae sobre el suelo, sobre la ropa de la gente que camina.
Los caballeros elegantemente vestidos se conocen, se comunican entre ellos, satisfaciendo sus intereses: alguien lee, profundiza en un libro o un periódico, alguien dirige una conversación animada. Y en primer plano, una joven con un vestido blanco, con un sombrero elegante, se para, mirando con impaciencia la profundidad del bulevar: está esperando a alguien, muy probablemente, a un amado hombre amado.