Para los bodegones, Van Gogh eligió una gran variedad de objetos. Por ejemplo, en esta imagen de 1887, escrita en París, representó una pequeña cesta con brotes frescos de flores jóvenes.
Al componer una naturaleza muerta, el autor tomó casi todo el espacio de la canasta representada. Los objetos circundantes no son visibles, en cambio el artista usó un fondo de luz neutra. El autor escribe una cesta y brotes verdes con mucho cuidado, en pequeños trazos de un pincel fino.
El esquema de color de la imagen se basa en una combinación de tonos cálidos bastante cercanos. Este color era característico del período temprano de Van Gogh, y en París durante algún tiempo continuó usándolo hasta cierto punto. El fondo se compone de trazos de color gris claro, adyacentes a los tonos beige, amarillo y marrón.
La canasta y el suelo son las áreas más oscuras del lienzo. En su fondo, brotes de azafrán, escritos en tonos cálidos de verde, se destacan con bastante fuerza. Pero el color de la imagen no parece monótono, se diluye con reflejos azulados de la brillante luz del día.
Cayendo sobre la canasta y sobre los brotes finos de flores, la luz aviva la imagen, haciéndola alegre y limpia.