“Naturaleza muerta con peras”, escribió Van Gogh en los años 1887-1888 en París. En ese momento, el artista, fascinado por las tendencias innovadoras de los impresionistas, escribió muchos paisajes y naturalezas muertas. En cada obra trata de transmitir la luz natural y el ambiente del aire.
Una salida completa de los cánones de la pintura clásica afectó la composición de la naturaleza muerta. En la composición no hay ninguna preparación ni consideración, como si la trama accidentalmente vista se capturara de inmediato en el lienzo. Van Gogh prestó toda su atención a los objetos mismos, a la variedad de sus tonos naturales, a la intensidad de la luz.
El esquema de color de la imagen se basa en una combinación brillante de colores contrastantes. En el primer plano, el color azul del mantel alcanza su máxima intensidad, y los reflejos amarillo, rojo y blanco de la luz y los objetos circundantes crean un brillo iridiscente en él.
Las peras amarillas son inusualmente brillantes sobre un fondo azul. El artista modela cuidadosamente sus volúmenes, enfatizando sombras frías, reflejos coloridos y reflejos brillantes de luz natural. Esa luz hace que la imagen sea completamente única y sin banalidad alguna.
Como si inspiraran todo a su alrededor, los rayos brillantes muestran la extraordinaria belleza de los objetos simples.