“La belleza real no necesita decoraciones”, solo un pensamiento así viene a la mente del espectador frente al retrato. Surikov prefirió buscar imágenes para sus obras entre sus compatriotas en Siberia. Aquí y aquí tenemos un siberiano brillante, lleno de vida y energía.
Una joven con vestido ruso irradia alegría y calidez. En los ojos negros llenos de travesuras, brilla la felicidad. El rubor brillante y la sonrisa de dientes blancos completan la impresión general del trabajo. El traje es elegido con notable gusto.
Negro, bordado en oro, vestido de verano, camisa blanca como la nieve, bufanda blanca con bordado dorado. El conjunto de negro, blanco y dorado – sobrio, elegante, elegante. El fondo oscuro hace que la imagen sea aún más brillante.
La luz suave ilumina uniformemente el modelo, sin resaltar nada.
Glorificando la belleza femenina natural, el autor considera innecesario complementar la imagen con accesorios que quizás revelen más completamente el mundo interior de la heroína, pero complicarían el contenido. El artista crea con mucha precisión la imagen generalizada de la belleza rusa: alegre, libre, fuerte. El proceso mismo de posar aparece para el espectador como auto-indulgencia, diversión. ¿Qué significa la forma deliberadamente “popular” de atar una bufanda?
La ironía del autor no nos oculta lo principal: la belleza y la naturalidad de la heroína.