Después de mudarse a Amberes frente a Van Gogh, el problema de las ganancias se agudizó. Al poseer el talento de un artista, podía pintar vistas de la ciudad para venderlas a turistas o crear carteles para tiendas y restaurantes. También planeaba realizar pedidos de retratos.
Además de las ganancias, escribir retratos tenía para Van Gogh el papel de una especie de entrenamiento antes de crear cosas más serias.
La imagen de las personas requiere un alto grado de habilidad y experiencia práctica. Para sentirse cómodo en este asunto, Van Gogh comienza a escribir autorretratos. Casi todos ellos fueron creados con el propósito de entrenar.
Sin embargo, la mayoría de ellos son obras de arte completas y completas.
Este autorretrato de 1886 se realiza de manera realista y tradicional. Para el fondo, Van Gogh eligió un color marrón oscuro. También escribe su rostro y sus hombros en tonos oscuros, aunque más fríos.
Una estrecha franja de luz resalta la cara contra el fondo general, lo que permite al espectador concentrarse completamente en él. Van Gogh se enfoca en la cara y los ojos, que leen la atención y un enfoque intenso en el proceso de trabajo.
La armonía y la integridad de la imagen sugieren que cuando se escribió, Van Gogh ya había alcanzado un nivel de habilidad suficiente. Pero la formación de su manera creativa única e inimitable ocurrirá mucho más tarde.