Presentó un autorretrato, donde en una mano el artista sostiene un pincel fino y en la otra adivina la paleta, una de las obras más notables y tristes del gran Manet. Una imagen notable de su técnica y sus tristes notas “escuchan” a quienes conocen el destino del pintor.
Aquí el artista también está lleno de energía y creatividad: una postura recta, una mirada recta, aunque algo asustada, solo un poco de delgadez revela problemas de salud. Sin embargo, tomará bastante tiempo y, montando una bicicleta, Manet se lastimó la pierna. El reumatismo que se desarrolla a partir de un trauma se convierte rápidamente en un bloqueo de los vasos sanguíneos y la gangrena, que a su vez privará al artista de una pierna.
La técnica de pintar la pintura continúa sus tradiciones: trazos amplios y audaces, sin contornos claros, que son característicos del impresionismo, en los orígenes de los cuales se destacó Manet. La ausencia de fondo también es habitual para el espectador: el artista nunca lo pintó especialmente, queriendo centrarse en los héroes de la imagen. En su autorretrato, Manet lo rechaza por completo.
Su figura como si sobresale de la oscuridad.
Las técnicas de composición tampoco son nuevas; a menudo, en sus obras, el pintor parece haber “cortado” el espacio, tratando de lograr el efecto de un marco de fotos.
Mirando las fotos, siempre quiero ver, a través de su mirada, los pensamientos de esta persona inusual. El genio, que fue sometido a persecución y despiadados reproches críticos, fue rechazado por el público, sobrevivió a una enfermedad grave, lo que le causó un gran sufrimiento físico y… logró alcanzar su fama. Once días antes de su muerte, Manet recibió la Orden de la Legión de Honor.