“Atavismo Crepuscular” – la obra de Salvador Dalí. Confundir esta imagen con la presentación de otro artista es difícil. La escritura a mano de Dali se adivina en un absurdo característico, comprensible solo para él, y la habilidad de la pintura de clase alta. El atavismo de Salvador, como individuos del “tercer” sexo, salpicó el atrevismo del crepúsculo en este lienzo. Cada imagen hace que uno piense en el significado no solo de la trama en sí, sino también de la existencia de uno mismo.
La imagen presentada es una obra maestra “completa” del impulso creativo de Dalí.
Para el subtexto crepuscular, el autor retrató carretas con bolsas, horquillas clavadas en una mujer campesina, supuestamente esta es una tarde de la jornada laboral, el final del trabajo de campo y los campesinos, reuniendo sus pertenencias, caminando en el crepúsculo. Como era costumbre, Salvador Dalí no se molestó con el complejo paisaje, la exuberante vegetación y las orejas de pan. Su espacio es ilimitado, pero está bordeado por un denso muro de colinas y piedras.
Para pintar el cielo con colores de atardecer, el autor usó colores brillantes: una franja de una mezcla de amarillo limón y rojo fuego y una franja de cielo oscuro del color de la ciruela.
Con manchas solares de sol, escribió una piedra tallada y un círculo en el suelo, en el que un hombre se pone de pie como un payaso en una arena. En “El Atavismo del Crepúsculo” se usaron muchas transiciones contrastantes de luz a sombra, que establecieron la trama en un tono agudo del crepúsculo que se aproxima. Un capítulo aparte quisiera resaltar el estado de ánimo del trabajo.
Es demasiado complicado y causa confusión mental. Los héroes ya muertos y el día de la muerte matan todos los impulsos alegres del espectador.
La enfermiza imaginación de Dalí pone la misma huella malsana en el lienzo. El espectador estancado, y aún más el anciano con un palo, que ha pasado tanto por el fuego como por el agua, condenará el cráneo del campesino con los carros que crecen y la muerte de la desafortunada mujer desde sus propios tenedores. No entenderá a Salvador, pero dirá que todo es hermoso y colorido, como la arcilla en las manos de un niño enfermo.
Y nosotros, los que conocemos el arte y el destino del autor, compartiremos el anhelo e irresistible Dali to God, su talento dirigido en dirección opuesta a lo bello en algo como el crepúsculo…