En 1880, Repin comenzó a escribir El arresto de la propaganda. Trabajó en ello durante mucho tiempo, hasta 1892. Gran esfuerzo le costó al artista trabajar de manera central.
Repin estaba buscando la naturaleza, recogiendo características individuales inherentes a un modelo en particular.
Toda la atención en el cuadro se centra en el revolucionario. Acaba de ser capturado. Manos torcidas en la espalda. Cerca de él se encuentran Sots y conscriptos.
El propagandista como si todavía intentara liberarse. En toda su figura, el espectador siente la energía oculta, la voluntad de luchar. Su mirada enojada se dirige hacia el hombre de pie junto a la ventana.
El pelo del propagandista está despeinado, su camisa está desabotonada.
El heroísmo de un revolucionario es especialmente agudo cuando se compara su imagen con la imagen de un recluta que está a su lado. Es como si tuviera miedo de acercarse al propagandista, de tocar su mano. La figura completa de un contratista con la cabeza echada hacia atrás, que advierte sobre el movimiento de sus manos, una cara opaca con la nariz roja hinchada, todo esto hace que su imagen sea casi grotesca.
Otras figuras: el oficial de policía que hace la búsqueda, el empleado y el agente, la niña contemplando este espectáculo, obviamente simpatizando con los detenidos, los hombres parados en la ventana y mirando al revolucionario con cautela, el hombre sentado en el banco – todos estos personajes complementan el contenido principal con gran tacto, hasta el final revelar la trama, no discutir con la imagen del protagonista. En el Arresto de la Propaganda, el evento en sí requería el uso de una narrativa detallada.
Repin trató de hacer de esta historia una encarnación pictórica-plástica. Tras haber conservado el principio de construcción de una pintura de género familiar, cuya acción se desarrolla en el interior, escribiendo cuidadosamente los detalles necesarios, Repin destacó la figura compositiva de un revolucionario: la colocó en el centro del lienzo, dejando espacio para su mirada impetuosa y buscando una salida para el movimiento interno. El artista recogió los colores más calientes en la figura de un propagandista.
Se ponen en marcha por el frío de la luz que fluye a través de la ventana. En el arresto de la propaganda, Repin crea una imagen que es típica de sus otras pinturas sobre un tema revolucionario.
Hace hincapié en el heroísmo, la belleza interior, la fuerza, la capacidad de ir a la hazaña. Pero al mismo tiempo suena una nota trágica en esta imagen: la imagen revela la soledad del revolucionario, su aislamiento de aquellos a quienes da su vida. El hecho de que esto sea exactamente lo que Repin interpreta en su tema elegido afecta la vigilancia especial del artista, que comprendió profundamente la realidad circundante, su tiempo.