Un joven marqués contra una majestuosa puesta de sol recita poemas a dos damas. La melodía medida de las líneas poéticas une el estado de las mujeres centradas en la elegía con la inmovilidad alerta del follaje y la profundidad del parque por la noche. Todo debe transmitir el misterioso poder de la poesía, que reduce a las personas y la naturaleza a un círculo íntimo y cercano.
Sobre este idilio se congelaron enormes nubes, como bloques de nieve. Su imagen no solo corona la composición vertical hacia arriba. Gracias a ellos, la escena del género recibe un sonido simbólico. Tonos fríos: vestidos blancos de damas de nácar con sombras azules, camisola marquesa púrpura, verdes azulados de hierba y árboles altos.
Deben estar allí, en las “alturas de las montañas”, resistir la blancura pura, iluminada por un brillo rosado del sol.