Los paisajes creados por el pincel de un talentoso pintor V. Polenov, no dejan indiferentes y sofisticados conocedores del arte, y espectadores ordinarios. Un lugar honorable entre sus obras es tomado por la pintura “El viejo molino”.
En el centro del lienzo, un edificio abandonado en ruinas, un molino de madera. Una vez que el trabajo estuvo en pleno apogeo aquí, pero ahora las grandes ruedas hidráulicas han parado su turno. Troncos gruesos ennegrecidos, tablas de vejez y humedad podridas, y el techo de paja tenía una fuga.
Desde todos los lados, el molino estaba rodeado de árboles, arbustos y pastos altos, que devolvían este rincón una vez abarrotado al reino de la naturaleza.
Perdido en sus pensamientos, hay un molino cansado, todo cubierto con una niebla brumosa. Desde hace mucho tiempo en Rusia, la gente creía que las fuerzas del mal viven aquí, por lo que los molinos siempre han sido avivados por el halo del misticismo. V. Polenov transmite con precisión este estado de ánimo en su paisaje: un edificio abandonado, un río lánguido, vegetación silvestre y un velo de niebla antes del amanecer. ¿Qué más se necesita para crear una imagen fantástica y fascinante?
Con un amor extraordinario, el artista con precisión y asombrosamente realista dibuja todos los detalles de la imagen. Cada brizna de hierba, cada hoja en los árboles brumosos, sus sombras en el suelo y los reflejos en un río tranquilo, como si estuviera congelado. Todo aquí parece tan vivo que quiero tocar el lienzo y sentir la frescura matinal del agua, la rugosidad de las hojas y el soplo de la brisa.
Fascinado por la misteriosa belleza de la naturaleza, el espectador no se da cuenta de inmediato de la persona que está aquí. Este es un niño rubio, agachado en la orilla del río con una caña de pescar en las manos. La única persona que viene a visitar a un viejo conocido: el molino que una vez los alimentó y olvidó hoy.