A Van Gogh le gustaba mucho la naturaleza, y ella era para él una fuente inagotable de inspiración. En la naturaleza, siempre ha habido muchas escenas dignas de ser colocadas en el lienzo. Pero incluso estos temas, según el propio Van Gogh, necesitaban poder encontrar y ver.
Para el artista, esto no fue un problema, porque en todo lo que lo rodeaba, encontraba algo vivo e infinitamente bello.
En Provenza, Van Gogh estaba en constante proceso de trabajo. En sus lienzos se reflejaban amplias vistas de los campos, las esquinas sombreadas del bosque o incluso pequeños pedazos de la naturaleza con solo algunos detalles.
En este lienzo, Van Gogh representó varias flores de amapola y dos mariposas sobre un fondo de hierba rara. La forma de ejecución de la pintura lo más cercana posible a la pintura japonesa. Esto se evidencia en la imagen decorativa plana de las partes, la composición asimétrica y la idea misma del lienzo, donde toda la atención se presta a la belleza de las flores y los insectos.
El principal centro semántico de la composición Van Gogh hizo dos mariposas ligeras, que contrastan sobre el fondo de la hierba y las hojas. Son opuestas por grandes flores de amapola en la parte superior de la imagen. El lado derecho del lienzo está completamente lleno, mientras que el lado izquierdo está casi vacío, con manchas de lienzo sin pintar.