Los personajes de Watteau no se parecen a personas reales, se divierten en el regazo de la naturaleza, sino a los actores de teatro que juegan la obra en el escenario de paisajes que representan un parque o un claro del bosque. Al mismo tiempo, ni siquiera están siempre vestidos con trajes “obviamente teatrales”. Un ejemplo de tal conexión puede servir como imagen “Alegría de la vida”.
Tenga en cuenta que la famosa “Peregrinación a la isla de Kiefer” es una réplica de una representación con una trama correspondiente, vista por el pintor en 1709. Muy a menudo, los personajes de la comedia del arte aparecen en las obras de Watteau, y sin embargo, el espectador siempre tiene una duda: ¿lo que ve en la imagen es solo una representación? Incluso si miramos la imagen “El amor en el teatro francés”, no sabemos cómo relacionarnos con lo que está sucediendo.
Probablemente, deberíamos abandonar los intentos de distinguir entre las pinturas de Watteau y las que son “de la vida” y las que son “del teatro”, ya que no encontraremos esto u otros en forma pura. En las imágenes teatrales siempre hay un indicio de autenticidad, la realidad de lo que está sucediendo, y en lo “vital” hay un enmascaramiento de disfraces. ¿Quizás fue precisamente esta dualidad que Watteau era querido por los estetas de la Edad de Plata rusa?