En la escultura alemana del siglo XV, los grandes y profundos cambios en la conciencia humana que el Renacimiento trajo consigo comienzan a mostrarse. Estos cambios se reflejan principalmente en sus dos características más importantes. El primero de ellos es que las viejas formas góticas se vuelven deliberadas y exageradas, como si nacieran de un deseo de retener, por todos los medios, la antigua piedad y la ingenua fe exaltada.
Sin embargo, debido al hecho de que para esta época las vistas medievales ya estaban en gran medida socavadas, las formas orgánicas del gótico medieval se convirtieron en mecánicas, teñidas artificialmente, a menudo en técnicas decorativas puramente externas, sofisticadas y insulsas. La segunda y más importante característica de la escultura alemana del siglo XV es que exhibe manifestaciones individuales de sentimiento humano directo, la atención del artista a la realidad circundante y la imagen viva de una persona. Como en la pintura, estas nuevas características están aquí para el siglo XV.
Nunca se formó un sistema consistente de principios realistas.
Ningún escultor de este período ha creado un método holístico y generalizador que pueda reflejar la plenitud y regularidad reales de la vida real. Pero la importancia artística de la escultura alemana del siglo XV reside precisamente en este comienzo de la destrucción del antiguo sistema de arte medieval, en la invasión de la rutina mortal del arte de la iglesia de los primeros destellos tímidos de la afirmación de la vida sincera, los primeros signos de la expresión de los sentimientos y deseos humanos que reducen el arte del cielo a la tierra.