La adoración de los pastores es uno de los episodios del nacimiento de Jesucristo, cuya descripción se presentó en el Nuevo Testamento. Los pastores fueron mencionados por primera vez en las escrituras cuando un ángel se les apareció y les contó sobre el nacimiento de un salvador. El ángel le da a los pastores una señal que los dirige a Belén en busca del bebé.
Después de una larga búsqueda, los pastores, sin embargo, llegaron al pesebre de Jesús y le contaron a su madre sobre su encuentro con el ángel. El niño Cristo se convirtió en la esperanza de toda la humanidad, de modo que los pastores se arrodillaron ante él, esperando la salvación.
El lienzo “La adoración de los pastores”, escrito por el famoso artista español El Greco en 1612, se incluye en la serie de pinturas dedicadas a las escenas bíblicas. Esta imagen se refiere al período tardío del artista, cuyas características distintivas son los colores oscuros, el misterio y el sentido de desesperanza.
En sus obras de este período, las imágenes de las personas adquieren características cada vez más poco realistas: las proporciones de los cuerpos humanos están muy distorsionadas y se convierten en contornos insalubres que a veces se parecen a las llamas que escapan del fuego. Las figuras de personas fuertemente alargadas parecen flotar sobre la tierra, simbolizando la fusión espiritual del hombre con Dios. La ropa de los héroes místicos parece existir por separado de los propietarios, siempre quedan impresos en un movimiento inusual.
Debido a los diferentes patrones de iluminación se divide en dos partes. La parte más ligera, naturalmente, es el lecho de Cristo. La Virgen María está al lado de su hijo, acostada sobre una sábana blanca.
El bebé está rodeado de figuras de pastores, cuyos rostros están ligeramente iluminados por la luz que viene de la nada. En la segunda parte, la parte más oscura de la imagen muestra ángeles flotando en el aire y observando al recién nacido con inquietud. Existe la opinión de que el pastor en el primer plano del lienzo es un autorretrato de Greco.
El esquema de color de la imagen lo hace oscuro y misterioso, borrando los límites entre la realidad y la imaginación. La misteriosa luz que proviene del niño Cristo hace que las figuras de las personas se vuelvan borrosas, lo que aporta un toque de misticismo al lienzo.
El Greco escribió varios lienzos sobre esta historia bíblica, pero esta obra es su favorita y la última. Lo creó específicamente para el monasterio de Santo Domingo el Antigu, donde se encuentra su tumba. Este lienzo ha servido durante mucho tiempo como la decoración del altar de la lápida de El Greco.