Secuestro de las hijas de Leucipo – Peter Rubens

Secuestro de las hijas de Leucipo   Peter Rubens

La composición de este lienzo es rítmica y, a primera vista, tensa, pero aún así el maestro inscribió con maestría las ocho figuras, primero en un movimiento circular, y luego en un cuadrado casi regular. El movimiento comienza desde arriba, desde Castor sentado en un caballo y levantando a la niña, a la segunda, cuya mano, como si se apartara de la pata de Pollux, que estaba en el suelo y regresara al punto anterior, se eleva hacia el cielo. Allí, hacia el cielo, se fijan los ojos de las niñas, ya sea suplicando a los dioses sobre la salvación, o gracias a los pretendientes enviados.

Puntos brillantes y brillantes de figuras lujosas y curvas de chicas pelirrojas en una carrera rápida, que contrastan perfectamente con las figuras bronceadas y fuertes de hombres jóvenes con armadura militar. Las telas blancas y doradas que envuelven a las hermanas, que se desarrollan como un viento, telas rojas y verde oscuro detrás de la espalda de los hombres, crean un magnífico efecto decorativo de color de todo el lienzo. Las figuras de los personajes al mismo tiempo se tensaron en un ataque y, como si, según el artista, se desaceleraran para enfatizar el clímax de lo que está sucediendo.

Los pequeños cupidos que cuelgan alrededor del cuello de los caballos de los ladrones indican claramente los diseños románticos de los secuestradores. La línea de horizonte bajo crea un maravilloso contraste con toda la composición de múltiples figuras con el fondo de un cielo brillante, reforzando su patetismo general. Rubens logró crear una composición inusualmente decorativa, ingeniosamente tuerce y combina las líneas y formas.

El maestro, como de costumbre, admira los cuerpos jóvenes, fuertes y sanos de los personajes, dándoles un poco de “pompa” excesiva y una belleza burda y terrenal.

Inicialmente dramático, una trama antigua y antigua, adquiere en el lienzo del autor un potente sonido estético, elegancia y magnificencia “barrocas”, pero al mismo tiempo facilidad y facilidad. El gran flamenco, como si nos alejara de la realidad, crea un complejo juego de líneas y manchas de color, dotando a sus personajes de extraordinaria sensualidad, fuerza y ​​sed de vida.

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