Día sin dioses (Día de la deidad – Mahana pero Natua) – Paul Gauguin

Día sin dioses (Día de la deidad   Mahana pero Natua)   Paul Gauguin

El lienzo “Día de lo Divino” fue escrito por Gauguin en el intervalo entre dos períodos de creatividad, que los críticos de arte llaman tahitiano. Incluso mientras estaba en Francia, el pintor no dejó de lado las impresiones polinesias, y la estética completamente diferente descubierta allí “irrumpe” en los lienzos.

Este trabajo se distingue por una extraña mezcla de decoraciones características de la Polinesia y los principios de la simetría clásica característicos de la pintura tradicional europea.

Gauguin siempre estuvo interesado en la mitología de Tahití, en la que contribuyó en gran medida su primera esposa isleña, Tehura. Sin embargo, cuando el pintor llegó a la isla, la vida religiosa original de los habitantes locales estaba casi extinguida, dando paso al cristianismo. El gran maestro solo pudo conectar su imaginación, de modo que, sobre la base de lo que escuchó, pudo inventar una trama extraña.

Así que en esta imagen, Gauguin representó un rito de ficción: las chicas, la mitad de las cuales están desnudas, se están preparando para realizar algún tipo de rito alrededor de un ídolo de tamaño impresionante. El ídolo fue también la ficción del artista. Casi no hay ídolos antiguos en la isla, y tuve que inspirarme en las fotos del templo javanés de la isla de Borbodur.

Todo el espacio de la imagen está lleno de colores brillantes, creando un ambiente fantástico. Basta con prestar atención al agua: el autor se retira intencionalmente de la autenticidad, convirtiendo el primer plano en manchas borrosas con un contorno curvo. Un contraste brillante con esta realidad fantasmagórica decorativa es el fondo, escrito en el estilo de un paisaje ordinario de Gogenov.

Un espectador atento también puede encontrar motivos egipcios en un lienzo: dos mujeres con una carga sobre la cabeza parecen haber desaparecido de los frescos.

El lienzo resultó misterioso e incluso sagrado para Gauguin. La adoración de una deidad misteriosa sumerge al espectador en el mundo misterioso de otra cultura, irremediablemente perdido, arrastrado por el torbellino del progreso.

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